Supongamos un ideal de personas buenas, no egoístas, preocupadas por sus congéres y con espíritu de sacrificio por el bien común por encima del individual.
Dichas personas idealizadas no deberían ser fumadoras, ya que el humo del tabaco perjudica al resto de personas que le rodean (incluso mata).
Supongamos, además, que la preocupación de dichas personas, no es sólo por el bien común laboral, sino que también se preocupan por el bien común ocioso, el desarrollo humano de los individuos, y por supuesto la salud.
Si un comunista no se preocupa por su salud, sino que se va suicidando poco a poco, está perjudicando a la comunidad, sin contar, además, que está matando a los que le rodean. Luego es un mal comunista.
Si los comunistas se centran en la cuestión política y social, pero sin empezar por uno mismo a radicalizarse, entonces creo que algo falla.
O tal vez yo sea demasiado radical.
O tal vez yo no sea comunista.
O tal vez sea un simple loco.
Lo que está claro es que fumar no es anticomunista.
La deducción final viene a raíz de que si yo no soy comunista, todo lo dicho antes (“no se puede fumar”) no se puede aplicar a los comunistas. Como mucho se podría aplicar a mí.